Hoy es usual encontrar a niños con una agenda muy ocupada: salen de la escuela y tienen todo tipo de cursos: inglés, baile, deportes, conservatorio, etc.
Los padres, con la buena intención de darles a sus hijos una educación completa, programan en sus agendas extra escolares muchísimas actividades para que tengan un programa educativo completo, generalmente acorde a las expectativas de los tutores más que a los deseos, gustos o intereses del mismo niño.
Hoy en día, en muchos hogares, papá y mamá trabajan, entonces no hay quién los reciba al llegar de la escuela, compartir la merienda, darles tiempo para hacer sus tareas o simplemente poder jugar libremente o ir a un parque.
Les propongo que pensemos juntos lo que realmente necesita un niño. Un niño necesita sentirse amado por sobre todas las cosas ( a través de la atención de sus padres, mostrándoles interés por lo que hacen, en lo que necesitan, en sus sentimientos y desafíos). Un niño necesita aprender valores y eso se aprende en la casa por excelencia, a través de los ejemplos personales de los padres, del diálogo y compartiendo tiempo. Cantidad y calidad son importantes. ninguno reemplaza al otro.
A fin de promover el desarrollo emocional del individuo no es indispensable saber inglés o ser el mejor jugador de fútbol, pero sin duda es importante haber crecido en un hogar donde se ha recibido amor, atención y valores que han forjado la autoestima y la personalidad.
No estoy diciendo que no hagan ninguna actividad extraescolar, por el contrario, son importantes para ampliar sus áreas de interés y capacidades. Lo que si personalmente incentivo enérgicamente en las agendas actuales infantiles y adolescentes es hacer un equilibrio entre los momentos de formación fuera de la casa, y los momentos en la casa (que son tan formadores como los de fuera y por supuesto más significativos emocionalmente).
Es posible que usted recuerde las vacaciones familiares, la mesa de Rosh HaShana en la casa de sus abuelos, la sinagoga a la que iba con su familia de pequeño. Pasando tiempo con nuestros hijos, generamos memorias. Recuerdos que siempre quedarán en ellos como los valores fundamentales que son la familia, el amor y la vida judía.
Al clásico comentario que hacen muchos padres de : “En casa se aburren” yo les pregunto: ¿Y qué? Cuando los niños tienen tiempo a libre, se descubran a sí mismos y promueve el uso de su creatividad.
Nuestros padres jugaban a las escondidas con los amigos del barrio, no tenían ipad ni ningún tipo de tecnología y de ellos surgieron las mentes que han creado tantos aportes valiosos y positivos que disfrutamos hoy en día. Tener tiempo libre les permitirá hacer otras cosas, colaborar en las tareas del hogar, hacer el bien por el prójimo, buscar algo útil para poner su energía. Tendrán espacio para su desarrollo personal, para verse a sí mismos y conocerse.
Es maravilloso darle a los chicos la posibilidad de regresar a sus casa, y ser recibidos con amor.
Es una bendición hacer de su hogar un lugar en el que sus hijos anhelen estar, un espacio de aceptación, colaboración, amor y aprendizaje constante. La mejor escuela de la vida es el hogar y la familia, es ahí donde aprenden buenas cualidades, a vincularse con personas distintas a ellos (padres y hermanos) y a hacer el bien por los demás.
Los momentos en casa son muy educativos (siempre y cuando haya padres presentes, concientes y comprometidos en su tarea educativa).
Hay alumnos que no tienen la posibilidad de participar en Banim Atem School porque no tienen un día libre para estar presentes una hora en una clase de tanaj, hebreo, historia judía o la que sea.
Sin duda todos los padres tienen buenas intenciones pero muchas veces no se dan cuenta que ellos mismos son los educadores principales.
Niños judíos que están siendo formados por otros actores educativos, que, aunque sean exelentes profesionales en el área de su especialización, no son sus padres ni maestros judíos de los cuales aprenden los valores acorde a las tradiciones de muestro pueblo.
¿Quién está educando a los niños de Am Israel hoy en día?
Estableciendo PRIORIDADES
En cada familia las prioridades educativas son muy individuales, formadas por los padres durante su propio desarrollo personal y en el día a día, con el correr de los años. Cada familia es única y así también, cada hijo que la compone tiene sus propias necesidades, desafíos, sueños y deseos. Cada pareja decide lo que es fundamental para sus hijos con total derecho y autoridad como sus tutores.
Ser parte del pueblo de Israel tiene sus responsabilidades.
En las sociedades occidentales donde hemos crecido, el compromiso y la responsabilidad son palabras conflictivas, porque la sociedad occidental nos obliga a la “libertad” en todas sus áreas.
Entonces cuando la tradición judía por decir un ejemplo, nos enseña la importancia de las buenas cualidades como ser la modestia, no presumir ni llamar la atención, la sociedad occidental nos da infinita variedad de redes sociales y medios, justamente para éste fin. Y los ejemplos son muchísimos. Podemos ver claramente que los valores de nuestra tradición no son los más apreciados socialmente en la cultura occidental de la competencia y el dinero como sinónimo de éxito.
Entonces cuando establecemos las prioridades educativas en nuestros hogares tenemos que reevaluar nuestro compromiso con los valores auténticos del judaísmo.
Cuando una pareja está a punto de formar una familia, generalmente, ya son adultos el modelo educativo occidental en el que han crecido les indica que más horas de inglés son sinónimo de éxito laboral, entonces no pueden ver la educación judía como prioridad. Es por eso que vemos muchas familias jóvenes sin interés en brindarles a sus hijos educación judía, sin preguntarse, como mencionamos más arriba, qué es auténticamente importante para el desarrollo de ese niño.
Pero nunca es tarde. El momento de formar una familia es el momento ideal para hacerse todas las preguntas desde cero y enriquecernos de valores judíos que permitan que nuestros hijos sean parte de la cadena y el legado de nuestros abuelos y tener valores judíos auténticos, sin distorsiones.
Autoeducándonos como padres judíos, podremos educar hijos con los mismos valores.